En el puente de diciembre fuimos de convivencia a una casa de los tíos de Pepo en un pequeño pueblo de Cuenca llamado Reillo. Lo pasamos tan bien que la gente se quedó con ganas de repetir, algo que se ha hecho realidad en este puente de mayo.

Lo cierto es que lo pasamos mejor que en la primera, y eso que era difícil. El buen tiempo nos permitió bañarnos en un pequeño lago donde Pablo R. no quería irse por nada del mundo. Antes habíamos tenido tiempo para hacer una “caza” de ranas para la actividad de Biología. El premio gordo se lo llevaron Galix (se hizo con una más grande que su cabeza) e Íñigo A. (consiguió un póker de ranas).

En la excursión que hicimos a unas ruinas romanas, destacó la capacidad para rescatar restos arqueológicos de Jaime C. y el liderazgo de David C., que nos guió por buen camino en todo momento. Al acabar, tuvimos una guerra “mítica” de agua en la que Charles W. no tuvo piedad repartiendo globazos a todo el que se movía.

No faltó –para alegría de Juan T.- un rato de fútbol en estado puro y las partidas de lobo, que ya van en camino de convertirse en algo mítico, algo de lo que ya puede presumir Reillo.