Hemos encontrado el diario del Dr. Livignston tras el último encuentro con sus aguerridos exploradores. Reproducimos algunos extractos dignos de mención:
Campamento Base – 20 de abril de 2013
Eran concretamente las seis y pico de la tarde cuando el helicóptero nos anunció a mi ayudante – el Dr. McManaman – y a mí una gran alegría: tras décadas de triste espera, por fin acudieron a mi llamada mis amigos del Jara Club. Muchos han sido los que respondieron con generosidad a la petición emitida para ayudarnos a realizar nuestro doble cometido: encontrar el tesoro de la ciudad de Burítaca y rescatar a mi gran compañero y amigo el Dr. Scott – que por cierto, todavía no hemos encontrado ni una cosa, ni la otra…
El caso es que las expediciones fueron relevándose en busca de los distintos objetos que necesitaríamos por si nos encontrábamos con “MUTAMBO” – léase vocalizando, sin emitir los sonidos de las letras… -. El rifle lo podíamos conseguir en la propia ciudad de Burítaca, donde se encontraba el cazador Stevens, y disponía de un gran arsenal. Necesitaríamos también unos dardos tranquilizadores: era en la Pradera de la Caza donde mi gran amigo Urdiales les enseñaría puntería. Algo más cerca del Campamento Base los exploradores consiguieron varias plantas aromáticas y medicinales tras surcar con éxito las Cavernas del Orinoco, un laberinto por el que era muy difícil escapar…
En las inmediaciones del Campamento, mis amigos exploradores tuvieron que vérselas con el chamán de la zona, que les enseñó distintos conjuros y les regaló unos amuletos que desviaban los malos sueños y las malas impresiones. Un poco más lejos tuvieron que acudir al druida Boris “el Cojo” – se le llama “el Cojo” porque está cojo de un pie –, quien les enseñó a bailar la danza de la lluvia por si en algún momento encontraban a Mutambo.
Por supuesto, en todo momento contamos con la ayuda de nativos. Si no, no creo que hubiésemos conseguido nada. Después de las aventuras que pasaron, tuve lástima de ver a los muchachos cansados, así que les obsequié con una merienda rica en proteínas. Entonces ocurrió… No estoy seguro del momento exacto, pero de repente oí un grito desgarrador: Mutambo había despertado y lo peor de todo, estaba cerca. Lo último que recuerdo fue que intenté escapar. Corrí y corrí, pero no fue suficiente. Recuerdo mirar hacia atrás y ver unos ojos amarillos mirándome fijamente… a partir de ahí, ya todo es confuso: ramas, gritos, un zarpazo, más gritos, y luego, el silencio.
La primera cara humana que vi fue la de Pablo Torquemada, de una de las expediciones de 1º de ESO. Dicen que él fue quien me encontró. La verdad no lo sé, pero yo le estoy muy agradecido. A él y a todos los que buscaron les doy las gracias. Ahora que ya se han ido y que me he quedado al cuidado del doctor McManaman todo ha vuelto a la normalidad, todo menos una cosa: esos ojos amarillos… Cada noche cuando cierro los ojos, me vuelven a mirar y vuelve a mis oídos el grito desgarrador. Hay noches que no consigo conciliar el sueño. Quizás llegue un día en que olvide esos ojos, pero quizá también, algún día me los vuelva a encontrar y no quiero pensar lo que ocurrirá.
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