Hay pasos que nos llevan directamente al espacio. Y en el espacio las palabras que se utilizan son distintas. En cualquier caso, gran parte del público que participó en el estreno de la nueva Ópera Rock del Jara Club, coincide en que Moonwalker ha sido un rotundo éxito con el que los socios y las familias del Jara ponen un pie en la Luna del teatro y de los musicales.
Se abrió el telón del salón de actos de Tajamar a las 16.30. Puntualidad suiza. Un aforo repleto de padres, hermanos, abuelos, amigos, conocidos, vecinos, curiosos y fans ocupaba con atención sus asientos felices de asistir a esta nueva cita que ya se ha convertido en un momento especial para todos los que formamos el Jara. La ópera rock forma parte ya de nuestro ADN.
Sobre las tablas, cerca de 80 actores. Detrás, en la tramoya, alguna que otra hora de ensayo, muchos minutos de preparación, muchas ilusiones, muchas ganas y muchos nervios. No era fácil adentrarse en los misterios de la Luna, pero cuando se preparan las cosas para sortear los imposibles, al final parece que somos lunáticos de toda la vida.
Moonwalker es una historia que, sin duda, dejará huella.
Un grupo de astronautas del Jara diseñan en su laboratorio de la NASA un cohete que les situará en lo más alto del satélite por antonomasia. A las órdenes del astronauta-jefe Pablo García, una corte de galácticas promesas del teatro dieron cuerpo al primer acto: Álvaro González Romero, Joaquín Fernández Calvo, Manuel Bruno, Miguel Bernedo, Gonzalo Sotomayor, Fernando Dusmet, Miguel de Wouters, y Juan González-Cabello, que asumió a la perfección el papel de astronauta-niño-insoportable-egoísta-prepotente-hijo-de-papá. Como él no es así en absoluto, tuvo mucho mérito una actuación que le sirvió para salir por la puerta grande al final de la ópera-rock.
Este musical-teatro con entidad propia ha tenido decenas de protagonistas con nombres y apellidos, aunque en esta crónica sólo podamos nombrar a varios, la historia y el DVD con la grabación irán poniendo a cada uno en su sitio. Una de las estrellas de la noche fue Nacho Marín, el guía turístico de la Luna que acoge a estos inocentes astronautas en su llegada al más allá. Acompañado de su fiel Darth Vader, Enrique Gil-Casares, y con miles de gestos que llenaban el escenario constantemente, presentó a los jóvenes visitantes a algunos de los inquilinos de la luna: indignados del 15-L, los ewoks –geniales-, los surferos reyes de las mareas lunares, los niños de la Yenka, el japonés más aplaudido de la historia de los musicales recientes… De esta retahíla de seres extraños que habitan la Luna podríamos destacar a todos, pero para no aburrir, como muestra, un botón: Carlos Torquemada, Santi Pérez, Jaime Maqueda, Jorge Galindo, José María Gil-Casares, Luis de León… y el japo de moda: Fernando Durban.
Moonwalker es como un documental de National Geographic, con sus licencias creativas. Quizás la parte que más costó documentar a los reporteros de la BBC que nos contaron en directo la hazaña (Javier Herrero y Jaime Halcón, siempre grandes) fue el paso valiente que dieron los nietos de los tripulantes del Apolo XIII para adentrarse en la cara oculta de la Luna… un paraíso de imaginación que permanece vedado a los que sólo se conforman con lo que ven.
La cara oscura, esa que no vemos desde la Tierra, es una fiesta constante, con matices. Si te abre las puertas un Marcos Poole convertido en un maitre cinco estrellas, y te reciben los de quinto para invitarte al festín más colorido de la historia lunar, con un Ignacio Blázquez cósmico, la primera impresión no puede ser más satisfactoria. Si además te encuentras con una corte de beduinos de 1º de la ESO que nos presentan al auténtico, al genuino, al inimitable e inigualable Jacobo Poole, el rey oculto, el superhéroe malévolo que siempre duerme en el universo estelar: Véctor, un actor con dirección y magnitud que ha supuesto un descubrimiento total entre la cantera de las promesas del Jara…
Y si encima el Corazón de la Luna es Yago Herrero en esencia, y sus sombras lunares son los expertos actores de 2º de Bachillerato (Andrés Otero, Javier Herrero, Pablo Dolz, Pablo Poole, Joe Corominas, Jaime Halcón, Juan Carlos Bolinches y Javier Dusmet), es que un tercer acto no podía ser más apoteosis de música, bailes, colores, destellos, risas, y algún que otro rostro de pánico, sobre todo entre los espectadores más pequeños.
No se puede contar en pocas palabras qué ha sido y qué es Moonwalker. Como todo lo que pasa en el Jara, hay que vivirlo para conocerlo. En cualquier caso, mientras esperamos con cierta avidez que nos llegue la grabación, disfrutemos de este momento de éxtasis. Hemos estado muy cerca de la Luna, y hemos descubierto que el Jara es un equipazo, para llegar a la Luna, o para lo que haga falta. Estas son, al menos, las primeras impresiones.
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