El Jara celebra por todo lo alto el Habemus Papam.
Siete y poco de la tarde. Silencio. Sala de estudio. Todos con la cabeza en San Pedro, pero con los ojos en los libros. Todos, menos el que está con lo ojos también en la chimenea del Vaticano. Y de pronto, siete y unos minutos, se oyen los gritos de júbilo: ¡Fumata blanca!, ¡Fumata blanca! Hay ruidos de acelere por los pasillos. Salimos de la sala de estudio. «Rápido, a la tele». Y en menos de 1 minuto estamos todos los que somos en torno a la pantalla gigante del salón de actos.
Enchufamos los informativos del momento. La fumata blanca es generosa y despierta en parte los nervios del personal. Primeras oraciones por el nuevo Papa. ¿Quién será? Da igual. Sea quien sea, ya le queremos.
Todos los ojos que antes estaban posados sobre la chimenea están ahora como penetrando el balcón de la logia… Y de pronto, el cardenal Tauran anuncia el «gaudium magnum» -gran alegría, para los de la ESO- «Habemus Papam«. Jorgium Marium…. Bergoglio… Franciscum… Alegría y aplausos. ¿Quién es? No somos vaticanistas, pero daba igual, porque, fuera quien fuera, ya le queríamos.
Y sale el Papa. Fuerte. Elegante. Piadoso. Mariano. Humano. Alegre. Y nos contagió a todos más aplausos y más oraciones.
Por la noche, la Administración nos sacó un detalle para la tertulia de la noche, porque era un día de fiesta grande. Esta mañana (la del jueves) hemos celebrado la Misa Pro Papa. Y esta tarde (la del jueves también) rezaremos un Te Deum de acción de gracias.
Nuestro cariño y nuestras oraciones por el Papa no han hecho más que empezar. Aquí tiene nuestras espaldas. Cuente con nosotros. Un Papa que empieza rezando. Un Papa que empieza ganando…
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