Lo dijimos, y lo hicimos: volveríamos a Las Cabañas, y la verdad que -con muchas granas- se apuntaron bastantes padres e hijos. El sábado estábamos un total de 55 personas preparadas para pernoctar en la montaña: familias Poole, familia Valdecantos, familia de Vicente, familia Combarro, familia Paredes, familia Calvo, familia Bernedo,… y varios socios que vinieron por su cuenta.
Pero antes debíamos hacer una pequeña “incursión” por la zona, pues el paisaje nos llamaba a ello: una preciosidad, todo muy verde, rapaces sobrevolando los lindes, pájaros cantando por doquier, con agua que corría por todos lados… y si no que se lo digan a Juan Carlos; con su súper todoterreno vadeó el curso del río, imposible de cruzar por ningún otro vehículo que no fuera semejante (de hecho tuvo que rescatar a otra familia que no podía cruzar con su coche…).
La excursión fue cortita, pero ya saben, lo bueno y breve… Todos pudieron demostrar su agilidad saltando de roca en roca, aunque el más profesional -sin lugar a dudas- era Lucas. También estuvo interesante el encuentro con el “burro”, donde muchos pudieron tocar uno por primera vez en su vida. Además, como la familia Valdecantos llevó a Keeper, íbamos bien acompañados.
Tras la foto de rigor, nos apresuramos a volver y así guarecernos de la lluvia, pues justo en ese momento se volvía a regar el campo. Esto le gustó muchísimo a Felipe, que disfrutaba con cada pisada y salto. Además, como teníamos que encontrar la antena del Walkie Talkie de la familia Poole, había más emoción.
La distribución de Las Cabañas fue por cursos y antigüedad, es decir, los padres estaban en una, y los de cuarto en otra. Y en las siguientes algo de mezcla. Pero los que vinieron por primera vez a un campamento del Jara estaban que no podían ni cerrar los ojos.
Suerte que hubo varias actividades antes de la impresionante barbacoa que nos preparó Pedro Valdecantos, como es el caso del “Cepo-Lote”, el ceporrete preparado con muchísimo detalle por Ángel García Donate. Tanto padres como hijos, tuvieron que dejar a un lado su asombro y procurar no despistarse con las diferentes pruebas que les hacía: preguntas rápidas de cultura general, acertijos, pruebas de equipo, canciones límite,… El grupo de cuarto estuvo bastante nivelado, compitiendo incluso con los cracks de 1ºESO, pero gracias a Santi Bernedo y Marcos Poole, consiguieron muy buen resultado.
La cena la tuvimos dentro, en el comedor, pues empezó a hacer fresco. Después pusimos “El Planeta del Tesoro”, una película ya conocida, pero no por ello menos seguida por todos, donde destacan sus canciones graciosas al estilo Walt Disney; ciertamente, era el mejor momento para que cenaran los mayores , y lo hicimos alrededor de la hoguera, contando batallas varias. Finalmente, acostamos a los pequeños y seguimos una tertulia hasta bien entrada la noche…
Al día siguiente nos despertamos con ganas de ver los churros de Pedro, que sin embargo nunca llegaron. Pero pudimos tener nuestro frugal desayuno amenizados con el cuadricóptero de Javier Poole.
Y mientras estábamos disfrutando del día fueron llegando las familias para la segunda parte del plan, sumando así un total de casi 150 personas. Es verdad que hemos estado muchas veces más personas, pero se nos quedó pequeño el comedor.
La Misa fue la hora “prevista”, y milagrosamente pudimos sentarnos todos entre el oratorio y la sala de estar del pabellón central.
Hay que admitir que parecía que había un concurso de postres, pues era lo que más abundaba. Menos mal que no fue así, pues estaban todos buenísimos, y hubiera sido difícil decidirse.
Y qué decir de la paella: a pesar de las cuatro bandejas gigantes que empleamos, no quedó ni un granito. Estaba escandalosamente perfecta. Se nota que el chef tenía experiencia en el asunto, y espero que nos vuelva a deleitar con otro homenaje dentro de poco. Así como todos esperamos poder volver a repetir la experiencia tan buena de hacer un campamento familiar. Ya nos avisará Ramón pronto.
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