Este sábado el Jara se convirtió en uno de los barrios más peligrosos de Nueva York, pero no sólo eso, sino que El Padrino tenía previsto reunirse con todos aquellos que se sintieran identificados bajo el título de mafiosos.

Tras una severa inspección por parte de la policía, y de convencerles de que “realmente” sólo vendían zapatos, los mafiosos se lanzaron a ganar dinero entre casas de apuestas y casinos: tres veces hicieron saltar la banca, dos de ellas un agraciado Borja P.

La encubierta armería fue un sitio muy solicitado y por el que pasaba mucha gente, pues la máxima aspiración de un buen mafioso es atracar un banco. Muchos lo intentaron, en grupo pues sino es difícil, y varios lo consiguieron. Otros fallaron al estar la policía al acecho.

La policía rondaba de vez en cuando y, tras las redadas, hubo quien acabó en comisaría para intercambiar algo más que palabras con Jacobo H., inspector de policía. Sin embargo, la corrupción también llega a estos cuerpos, donde Pedro H. y Gonzalo H. se llenaron los bolsillos con “regalos” de algún que otro mafioso.

Al final, El Padrino repartió su legado entre aquellos que le habían acompañado en esta velada tan animada y, como siempre, quedo agradecido por que hubiéramos acudido tantos, esperando que la próxima vez fuéramos más, muchos más.